SEAMOS LO QUE QUEREMOS, Y NO LO QUE NOS TOQUE.
Cuando era pequeña, no hace mucho claramente, todo era mejor, todo era hermoso y más sano. Pues crecí en una sociedad menos dañada y así mismo dañina. Una generación, la cual el único objetivo que teníamos era que, al crecer; porque ese es el sueño de todo niño, decir “cuando sea grande”; seriamos el futuro prometedor que toda persona piensa por razonamiento lógico y, esto nos llevaría a una sociedad, generación y mundo mejor. Pues en ese tiempo los niños se comportaban como niños, jugaban como niños, eran realmente niños, las niñas aún más, jugaban con sus muñecas, etc. Era una sociedad en la que buscaba mejorar cada vez más y así era; todos veíamos por el bien de todos y cada uno de nosotros, desde casa nos inculcaban el amor y el valor hacia otra persona, cosa que hoy en día se ha perdido totalmente, nos inculcaban realmente los valores, que son la base fundamental o lo que hace al ser humano. Los padres hacían y cumplían con su papel de padres como tal, de autoridad y mando absoluto.
Estábamos creando un mundo mejor y se supone que así debía ser, pues con amor, valor y el esfuerzo de cada uno de nosotros, era lo que le dejaríamos a generaciones futuras. De eso se trata este mundo, de evolucionar, emprender y mejorar. Era feliz, era feliz con todo lo que se suponía que veníamos construyendo como jóvenes herederos del mundo que se venía y, creo que todos lo éramos aun con dificultades y problemas que tuviéramos. Pero un día eso que fue, pareció ser solo un sueño, ¡Sí!, un sueño, que solo dura poco, al encontrarme fuertemente una realidad totalmente distinta y aun peor, inversa a lo que pensamos debía ser, realidad en la que nos encontrábamos y vivíamos. Todo se convirtió en una sociedad dañina, llena de odio, maldad, rencor, resentimiento, tristeza, prostitución, drogadicción, abuso infantil, maltrato animal, asesinatos, abortos, en fin, una de esas desastrosas oleadas del mal, que consigo trajo ruinas y maldiciones. Vivimos en una sociedad, en la que matar se convirtió en el pan de cada día, en una sociedad en la que las niñas ya no son niñas, sino niñas criando y amamantando niñas, niñas que, por diversas circunstancias, forzadas o voluntarias se venden así mismas. Una juventud que esta consumida por la drogadicción, prostitución, abusos, abortos y habitantes de calle; cuando en lugar de cada uno de esos jóvenes que se encuentran vagando por las calles es una casa, una familia, un hogar, un colegio, quizá algunos en la universidad, preparándose para un futuro y no caer en lo que hoy es tan común ver, y que es triste que nosotros como espectadores y testigos de esta realidad lo veamos “normal y cotidiano”. Una sociedad en lo que la vida adulta no se queda atrás, porque los papas quienes son responsables de una vida y hacer que esta prospere y progrese en la vida, la acaban, la dañan, la maltratan y más doloroso aun, las ¡abusan!, los papas abusadores de sus propias hijas, y que así mismo, ellos por esta o diferentes razones, acaban con la vida de sus padres.
Es triste ver como nuestro mundo, nuestro “lugar de vida”, que más bien parece ser “nuestra peor pesadilla”, ya no es más que matanza y se vuelve cada vez más difícil sobrevivir a él, estamos acabando con nosotros mismos, con nuestra misma raza y aun así parece que no vemos o quizá, no lo queremos ver. Y es que somos muy pocos los que queremos mejorar este caos y así mismo darle un nuevo orden a todo, a nadie le importa lo que pase, siempre y cuando no sea con ellos o no se trate de ellos, y eso, eso es egoísmo, y nos está consumiendo. Nos preocupamos más por criticar a l otro, por renegar de lo que nos tocó vivir y estamos viviendo, pero no en aportar, para que eso que tanto nos molesta cambie. Mi nueva realidad es dura, fría y cruel. Un día, sintiéndome consumida por ella me pregunte a mí misma: - ¿Esto es lo que yo realmente quiero para mi vida?, ¿esto es lo que quiero yo para la vida de mi familia? O ¿este es el mundo en el que quiero vivir el tiempo que me queda aquí?, ¿esto es realmente lo que quiero dejar a mis hijos y generaciones futuras? ¡¿En verdad quiero esto?! En ese mismo instante me negué totalmente a vivir una realidad que no quiero, que no es sana, que no es buena para mí ni para nadie y me prometí a mí misma que así nadie me apoyara, yo haría algo para cambiar totalmente esta realidad, y que ese algo marcaria la historia de la humanidad para siempre, que ¡Yo! Lograría ser recordada en el mundo, por ser alguien importante, y no me refiero al dinero, o por hacer algo malo, sino por haber convertido esta generación en una generación nueva y sana. En la que todos seriamos iguales, en la que no exista la distinción de clases o discriminación. Le daría un giro a este mundo perverso.
Y de esta forma hacer de este, un mundo mejor y proyectarnos a una vida mejor, y en este último instante, que no es el final, podemos mejorar, nosotros como jóvenes, que bueno sería empezar a cambiar el pensamiento que hoy en día todo es “normal” que ya nada es realmente relevante, porque pensamos que ya lo hemos visto todo. No es tarde para un mejor futuro, no es tarde para aportar nuestro granito de arena y darle una esperanza a este mundo.